viernes, 20 de noviembre de 2009

Flashes.

Flash, una imagen: un mono bailando en el jardin, días felices, días mejores, días de lluvia bajo las estrellas.
Flash: ella corriendo descalza por el pasillo, volviendo la cabeza y sonriendo como solo ella sabía hacerlo.
Flash: un poeta fuma café en las estanterias de un callejón abandonado.
flash: corres, vuelas, huyes, te alejas de mi. te alejas de todo lo que conociste, de todo por lo que luchaste. aqui, incluso te alejas de todo lo que quisiste ser y no fuiste. todo se confunde entre las sombras...
flash: un coche rojo cruza mi mirada, un gorro rojo, una paloma, una cometa.
flash: las muñecas de trapo con las que nunca llegue a jugar.
flash: él, él, siempre él. lejano. él. él. él...
flash: aun no asimilo que ya no estes. la luna tambien va a echarte de menos. pero no quiero retenerte. vuela, estes donde estes ahora, estaras mejor que aquí. sencillamente gracias, por hacer que el final fuese tan bello, y por dejar que te tocase la guitarra. aun escucho las notas en mi cabeza "fa re do re la do si fa sol re sol si.... la sol la re fa mi sol si do mi sol...."
flash: final. muerte. adiós.
flash: un niño indio saluda agitando su pequeña manita desde un tren que corre mas de lo que pueden volar mis pasos....no le alcanzo, se pierde, no....


adios, abuelo.

te quiero.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Aviones.

Desde el puente rojo cuelgan las piernas de dos mujeres que charlan, perdiéndose sus risas en la noche.
la velocidad de los coches surca la avanzada bajo ellas.
Todos siguen con su vida, el mundo continua con sus particularidades, con su prisa y su rutina.
Y los aviones aún circulan por el cielo, haciendo, inexplicablemente, que el puente rojo tiemble a su paso.
Las cosas ganan en importancia cuanto más se habla de ellas. Y los problemas son sencillamente unos de los 6.900 pensamientos que se nos pasan diariamente por la cabeza. El pianista y su batería acompañante nos dieron conversación para rato. y sin embargo aquí seguimos, hablando sobre unos zapatos nuevos... de charol, por supuesto. En nuestra burbuja de silencio.
Echo de menos aquel tiempo en el que me gustaba caminar sin paraguas, beber coca-cola y el futuro era sólo un supuesto.
Lo siento, me he pasado al café.
Les ruego acepten mis disculpas.

domingo, 1 de noviembre de 2009

3 musas.

Qué fácil es tratar de usted a los desconocidos.
Y me gustaría decir todo esto en francés. Pero la vida es así de caprichosa.





Mi querida Jaqueline,
te escribo ahora que no me quedan fuerzas. Ahora que la noche se ha llevado consigo las últimas luces que me mantenían con vida. Se que ya no queda mucho tiempo, lo presiento. Es ese aroma que describen tantos pero que no sabes como es realmente hasta que llega. Y cuando llega, lo reconoces, por supuesto, es inconfundible.
Ahora, en mis ultimas horas, me gustaria confesarte lo inconfesable, lo que nunca te dije, lo que siempre guardé para las largas conversaciones con la almohada.
Septiembre de 1970. No, quizás 1971....
Las cosas estaban jodidas para todos y tu te dedicabas a recoger rosas del jardín, porque siempre decías que los pétalos decoraban tu cuaderno de poesía. En realidad no escribías, todo era una apariencia. Querías ser la poetisa que no eras. Y pensaste que nadie lo sabía. Pero yo lo leí en tus ojos desde el primer momento. Era inevitable. Acabaste fumando, bebiendo alcohol barato y enseñando tu cuerpo cada viernes por la noche. Y yo lo sabía todo y fui lo suficientemente cobarde como para guardármelo....
No se si recibirás esta carta, o será como esas novelas a la deriva en botellas de cristal recorriendo paraísos desconocidos.
Sencillamente, te echo de menos. París no es lo mismo sin tí. Noviembre ha perdido su fantasía, y el arte de las pequeñas sonrisas de alelí quedó oculto en las tinieblas de otro tiempo.


Hasta siempre, mi pequeña musa.