lunes, 14 de noviembre de 2011

Som-hi!

¿Habrá algun modo de que el mundo se reconcilie consigo mismo?
Reina el egoísmo, la individualidad, el yo con el yo en oposición al tú, e incluso al nosotros...
sin ser conscientes de que todos vamos en el mismo barco.
No exiiste la destrucción individual sin que exista la destrucción colectiva. Todos somos uno. Precisamente por ello quizá el mundo sea esférico, sin esquinas... un ciclo circular infinito, del que cada uno forma parte, pero no en su individualidad, sino en su colectividad.
¿De qué sirve la felicidad propia frente a la desdicha ajena?
Pero todo finalmente, se reduce a un problema de comunicación.
Como bestias, nos gritamos señales de amor y sólo vemos alarmas de guerra.
Cuando arriva la catástrofe, la situación se vuelve dicotómica: o nos aferramos a cualquier luz de esperanza como a un clavo ardiendo, o vemos imposible la salvación y todo lo minimamente bueno nos parece una ameneza.
Es el eterno círculo vicioso...
la espiral eterna, de Brouwer.
Si, si, si.
En efecto señores.
La guitarra seguirá sonando de fondo aunque las torres gemelas vuelvan a derrumbarse desde el subsuelo.
Y no, esta vez no.
Yo, con todos los que quieran acompañarme, seguiré, como los músicos del titánic, impulsando
los atisvos de belleza que queden por descubrir.
Mi cigarrillo, mi silla plegable, mis ideas y mi sonrisa dan para mucho.
Dejemos de luchar unos contra otros, y busquemos la catársis,
que caer, sirva, sencillamente, para aprender a levantarse.
Vamos.
"Somi!"