miércoles, 18 de enero de 2012

Respirar mañanas de zafiro

Las olas rompen contra la piedra,
suspiro,
el ahora, replegado en el entonces nos llama,
inspiro,
pintando de luz de miércoles el momento,
espiro,
componiendo de nácar tu mirada,
suspiro,
susurrando mañanas de zafiro.
                                        [inspiro.
Y será en el último azul cielo,
espiro,
cuando por fin,
suspiro,
sin quererlo,
inspiro,
la vida se nos pase volando
expiro.

jueves, 12 de enero de 2012

último acto.

(Ella camina por una carretera interminable, solitaria. El sol alumbra los trigales que crecen a ambos lados del camino. Huele a comienzos de estío, a lluvia mojada, a libertad. A lo lejos, desde un edificio lejano, una mujer la observa desde un viejo balcón, mientras su vestido ondea al viento. Ve como ella baila, se mueve, marca el ritmo con los pies de una melodía pegadiza que ninguna escucha. Sólo, si acaso, en su cabeza. Va acercándose poco a poco al lejano edificio. Entonces, cuando se encuentra a la altura del balcón, se detiene. )

ELLA: Perdone, ¿ha visto usted a la dama de rojo?

LA MUJER DEL BALCÓN: Depende.

ELLA: ¿Podría decirme en qué dirección se fue?

LA MUJER DEL BALCÓN: Depende.

(Ella sacude la cabeza y decide seguir adelante... hasta que escucha, de pronto, el leve agitar de unos zapatos de charol corriendo. Una mano que se posa en su hombro, una sonrisa al volver la mirada. Entonces lo entiende, lo comprende, el sentido de su viaje, y de las verdades que buscó desde su partida. Siempre habían estado allí, junto a ella.)

LA MUJER DEL BALCÓN: ¿Tanto te has perdido en tu búsqueda interna, que ya no sabes reconocer que la dama de rojo... eres tú?

(Ella sonrie.)

ELLA: Te he echado de menos Martina.

(las dos mujeres se funden en un abrazo.)

FIN del último acto.