martes, 22 de mayo de 2012

Vestido largo de amapolas

Quisiera ponerme un vestido largo de amapolas, que se llevase consigo mi tristeza.
Sería un vestido etéreo, liviano, que a medida que fuese descendiendo por mi cuerpo se iría llevando consigo todas las preocupaciones, las impurezas, los pasados, los presentes excesivos y las discusiones pendientes...
Un vestido claro, de esa claridad calmada, que al rozarme se llevase lo que no quiero, y me dejase así, vacía, vacía del todo y con la cabeza blanca, la cabeza blanca y luminosa, como recién sumergida en el agua fría de principios de verano.
Y etonces podría ver todo eso que no veo, porque me ciegan el cumulo de pensamientos revoloteantes.
Quisiera ponerme un vestido que no fuese vestido, que fuese mi propia piel, que, despojada de todo, me permitiese ser, sencillamente, una mujer que camina por la orilla de la playa cuyos únicos pensamientos son para el mar, el viento y las olas....