sábado, 30 de agosto de 2014

El viaje

Cuando la vida entera se vuelve en si misma un constante viaje,
y el hogar un concepto inasible para el que ya no queda lugar,
cuando las nociones de punto de partida y retorno se difuminan allí,
en los márgenes últimos de la historia,
y cada paso es un proceso de adaptación a un nuevo universo ingrávido,
la nostalgia aflora para instalarse,
como un séptimo sentido que todo lo distorsiona.

Promotora de inspiraciones imperecederas,
convierte el viaje en poema infinito
de versos encabalgados y rimas etéreas;
y al viajero, en poeta de la memoria:
los verbos en pasado son su arma más mortífera
y el recuerdo tras la muerte,
su única victoria.



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Amaia Miranda

miércoles, 13 de agosto de 2014

Mozart de madrugada

Sonido. Silencio. Noche. Los cigarros Malena, tráeme los cigarros... Y. Silencio. Pausa. Stop. No puedo más. Pausa. Silencio. Sonido. Sonido. Sonido. Dramático. En tus ojos siempre vi... Silencio. Siempre vi silencio en tus ojos... Estridente. Pausa. Silencio. Noche. Silencio. Estridente. Silencio estridente. Violento. Pausa. Violento. Sonido violento. Noche. Noche. Silencio. Y. ¿Aún no has ido a por ellos? Pausa. Dile a la vecina que por Dios, o deja de poner las 41 sinfonías de Mozart una tras otra o subiré a estrangularla. Silencio. Peor sería que... Sonido. Silencio. Noche. ¿Que qué? ¿Acaso habría algo peor?  Violento. Pausa. Noche. Stop. Si, lo habría. Pausa. Mirada intensa. Ya sabes tu bien qué sería peor que Mozart a las tres de la madrugada. Y que es imposible que sean las 41, todas seguidas. Stop. Silencio Violento. Me ofendes, Malena. 




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Amaia Miranda