miércoles, 24 de septiembre de 2014

Autorretrato

Tampoco se trata de comprimir lo incompresible,
de reducir lo irreductible,
de narrar en un suspiro la intensidad entera de la existencia propia.

Pero no dejo de pensar que, en parte,
ese es el objetivo último
el serse capaz de autorretratar
en el reflejo más minúsculo
sin dejarse apenas para los amigos
aquella cana rebelde
que no existe pero es en potencia.

Al final son una misma cosa
reflejo y objeto
la diferencia es ese sentir,
esa conciencia a la vez externa y propia
ese uno mismo auto-recreado en la mente
que no es ni objeto-agente ni reflejo-paciente
sino el camino entre ambos;
idea fantasiosa de un querer y no poder de doble filo
que al mismo tiempo engaña, frustra y difumina,
fascina y embelesa
y se queda allí
en el limbo del no ser de la propiocepción
y que en el fondo, de ser algo,
es ese nosequé que reduce lo irreductible
y comprime lo incompresible.

A penas un suspiro impalpable
que contiene la intensidad entera
de la existencia propia.




...

Amaia Miranda



viernes, 5 de septiembre de 2014

la antesala

un cúmulo de pesadumbres perennes
me esperan al abrir la puerta de mi apartamento

[en el último piso de algún edificio en medio de ninguna parte,
de la nada más absoluta, de mi caja de tiempo
de mi lugar continuo,
edificio escultura palpable del silencio más efímero,
edificio transcripción barata de alcohol de barril]

que me sobrevienen para recordarme
la conjura de los necios
que son los vecinos en otra de sus reuniones semanales;
y es miércoles por la tarde
y de nuevo perdí la página de la novela a medio acabar
o medio empezar, según se mire
en casa no tenemos televisor
somos cuatro y nadie rie
quizá, por ello,
no nos quieren en el edificio
pero aquí está la llave
y yo en la puerta
y sin abrir
porque al otro lado
la mierda rutinaria espera como una suma de bártulos
guardados a presión en el cajón de la memoria
y miro la llave
y la mano que la sujeta
y quizá en ella veo vestigios de lo que queda de mi misma
y no quiero abrir
y los vecinos, abajo, en la reunión
y aquí, mi caja del tiempo
mi yo, mi nada más absoluta
quisiera pasar de puntillas
entrar sin hacer ruido
que casi no me oliesen ni los gatos
fumar en la ventana
y que el viento se llevase el humo y un poco de este miércoles vespertino
y que el viento se me llevase de viaje
quizá a algún rincón inhabitado
de promesas promiscuas
libre de paranoias non gratas
para poder hablar tranquila
en mi silencio
de estas mis nostalgias que evito ahora, aquí en la puerta,
pero que, en realidad,
son el alimento de mis inspiraciones más placenteras;

y aquí sigo
en la puerta
en la antesala de lo conocido
y como antesala en si misma
podría ser cualquier lugar en el fondo
y a elección del consumidor más exigente;
como concepto,
es todas y cada una de las antesalas en las que he estado
y por eso, quizá
aún sigo aquí
llave en mano
las bolsas de la compra en el suelo
la guitarra pesándome en la espalda
porque aquí
soy todas y cada una de las versiones de mi misma
reencontradas, de pronto
un miércoles por la tarde



.

Amaia Miranda