En el espacio vacuo del mar Caspio
todos los hombres miran, silenciosos.
Todos los hombres vigilan, en la sombra.
En el cubículo etéreo de la noche embrumada
todos los hombres ansían, inocentes.
Todos los hombres vigilan, en la sombra.
En la estela final del firmamento frío
todos los hombres aúllan, feroces.
Todos los hombres vigilan, en la sombra.
Pero tan sólo el último de ellos,
sin ya ataduras de los vientos del este,
sin ya leyendas tatuadas en los brazos,
podrá gritar, al alba,
que la libertad última
ha sido conquistada.
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Amaia Miranda