Y sentir, el roce de las hojas en los hombros
el roce de las hojas en los hombros
el roce de las horas en los hombros
el roce de las horas en los hombres
el goce de las horas en los hombres
y recordar veranos y calores
subiendo como una cosquilla dulce por la espalda ese recuerdo
los ojos cerrados
el viento fuerte
[universo desatado
y todo verde
abrir los ojos y todo verde,
abrir los ojos y todo verde.
Los olores son impalpables ahora,
los sabores quedan ocultos tras el paladar pasivo;
las balas, los aullidos y las diosas
son ecos que me buscan
innombrables
y yo vuelta de espaldas
con las espigas amarillas tatuadas en cada lunar de cada recodo de cada animal que habita en mi pecho,
extiendo los brazos y me dejo ir
gritando el goce de las horas en los hombres
sintiendo el roce de las hojas en los hombros.
Parece por un momento que la eternidad exista
y tenga forma de atardecer sureño