Aún hoy, en la lejanía, se me vuelven tan irreales y etéreos, que se confunden con la niebla que solía entrar en el valle cada tarde y lo inundaba todo de incertidumbre y magia.
¿Que qué les susurrabamos, me preguntas?
Es sencillo: todo aquello que no fuimos capaces de confesarnos a nosotros mismos...
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