Ese ser, también, acto de silencio.
Ser silencio y ser la nada que ahonda en la profundidad del acto de ser, en sí mismo.
Y la levedad,
la levedad del ser,
es a veces comparable a la levedad de los océanos,
tan dramática como la propia vida.
Tan dramática como el silencio violento de las olas chocando contra la piedra.
De las olas,
de la piedra,
de la piedra diluida en silencio...
Del silencio violento, sonido abrupto, de serse, al fin,
silencio.
.
Amaia Miranda