martes, 9 de febrero de 2010

París.

Eran las 5 de la mañana cuando ella regresaba por la acera, con su vestido rojo y una copa de Whisky medio vacía, aún con la guinda reposando.
La ciudad comenzaba a clarear y los ruidos inundaban la atmósfera.
Al llegar al portal se detuvo, había notado algo extraño. Bajo la cabeza lentamente, y, de pronto, se dio cuenta de que tan sólo tenía un zapato.

Un saxofonista tocaba en la esquina "jazz de madrugada".

Muchos meses después llegó un pequeño paquete desde París. Correos, como siempre, fue demasiado lento en el envio. La mujer sentada en la oficina tras sus gafas de media luna tardó una hora en encontralo entre los papeles y viejos paquetes sin entregar.
De regreso a casa no pudo evitar rasgar el envoltorio y abrir la pequeña cajita.
En su interior, su zapato y una nota en francés:

"Je t´attends a huit heures, a côte de le Peintre de la Seine "

(te espero a las 8, junto al Pintor del Sena)

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