miércoles, 2 de enero de 2013

No te preocupes, pequeña.




- ¿Qué te pasa pequeña?

La niña, sentada en una roca cerca del agua se dedicaba a tirar cántaros al rio, haciendo que rebotasen 1, 2, 3 veces. Se removía un moco en su abriguito blanco cada vez que no lo conseguía, y tras ello, el impulso que tomaba para lanzar el siguiente le hacía dar un pequeño bote en la roca, haciendo peligrar su estabilidad.
- Me duele la cabeza - silencio.- Son las ideas.
- ¿las ideas?
- Si. hay muchas. No caben.
El hombre, que fumaba pipa mientras la observaba emitió una ligera carcajada.
- ¿Hay aforo limitado, o qué?
La niña le miró sin comprender. Sus ojitos grandes se abrieron mucho, haciendo que brillasen como dos luceros. El hombre se sentó a su lado y le acarició el pelo con dulzura. Las manitas de la pequeña se agarraron a las suyas, pidiéndole quizás, algo de auxilio para las ideas.
- No te preocupes, pequeña. Pronto llegará la primavera y te podré regalar un vestido largo de amapolas...

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