sábado, 7 de septiembre de 2013

Vieja canción turca

Podía pasarse horas y horas ensimismada en lo que hacía. A veces, observar en detalle fotografías que mostraban los paisajes, la gente, las cosas de china, su gran amor. 
Otras veces quedarse sentada, simplemente, con los brazos a los lados, largos, mirando la guitarra, sin verla; su pulida superficie, las cuerdas gastadas, el reflejo de la luz en el clavijero. 
También podías encontrarla en el patio de la casa, saltando en los charcos que habían dejado las lluvias torrenciales, y cantando una vieja canción turca que había escuchado en la radio. 
Nunca llegué a descifrar que pasaba por su cabeza en aquellos momentos de mágica quietud. Pero se la veía hermosa, así, rodeada de una aureola de pasional misticismo, tan lejos y tan plena, enteramente suya...

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