A veces,
me quedo desnuda en los cantos;
las alondras rien
y una voz resuena desde lejos.
A veces
me golpea el presente
como ola devastadora
y no queda risa ni voz
pero el desnudo persiste.
A veces
me deshago en pequeñeces
y el derretirse es deporte de riesgo.
No quedan, en ningún caso,
ni mares
ni pájaros
ni fuertes indestructibles.
Otras veces, sencillamente desaparezco.
Es llegar el viernes y cogerle el gusto.
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