lunes, 14 de junio de 2010

Al menos por una noche.

Si te digo que me escapo, que me voy, que cojo las maletas y me largo, me retendrías del brazo para escuchar mi voz tan sólo unos segundos. Pero ya no se si sería un acto reflejo, o un acto consciente, un acto pensado. No es tan sencillo ni tan difícil como lo pintan. Aunque quizás aún no esté pintado, desde luego no por ti.
Quiero abrir las alas que me unen al cuerpo y echar a volar. Entonces no podrás alcanzarme. Tan alto no. Pero no quiero llegar a Bombai y encontrarme con que no trabajan los carteros de noche. No quiero encontrarme sóla, sin ti, sin vosotros. No puedo engañarme ante el inmenso mar de mis ideas, a mi no puedo mentirme. Esta noche no. Ya es tarde para mentiras, para falsos argumentos, para falacias. Ya es tarde para beber cola-cao recién hecho con la cabeza en los pies y los pies en la almohada. Ya es tarde para echarse atras, y para caminar hacia delante. Es momento de detenerse, de decir Basta. Basta. Basta. Ya basta.
Es la irremediable condición del ser humano, tan estúpido como siempre.
Añoro el sonido del mar y de las olas. Ansío probar lo prohibido.
Desgraciadamente, mi vuelo no sale hasta dentro de demasiados segundos. Creo que más de un millón.
Esperaré sentada en el tejado, intentando adivinar tu cuerpo bajo los árboles lejanos, acercándose. Esperaré sentada en el tejado, soñando que no estoy aquí, que soy libre. Soñando.
Al menos por una noche.
Al menos por una noche olvidaré mi condición y mis principios y me dejaré llevar por el sonido del viento en las cuerdas de la guitarra... por el sonido de mi voz retenida por tu brazo cuando coja las maletas y me escape, me vaya, me largue...

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