sábado, 26 de junio de 2010

En pos del Atardecer.



"La luna se alza sobre un cielo rojo, rojo fuego, rojo sangre, rojo pasión; colosal, majestuosa, sobre los tejados de callejuelas perdidas, caóticas, inciertas. El viento trae recuerdos de la alambra, alborota mi cabello"


La cámara estaba sin batería. A mi lado, una mujer hermosa trataba de explicarme las mil formas de capturar una fotografía, sin cámara. Con sus manos desdibujaba formas en el aire, y con su voz trataba de sacarme una sonrisa.
No eran más de las 8 cuando comenzamos a surcar la ciudad. Corríamos, corríamos contra el viento, contra los coches que conducían en dirección contraria, contra los semaforos en ambar, contra las últimas luces del día. Corríamos, corríamos sin cesar, sin rumbo, sin destino, sólo con la sensación de que debíamos llegar a aquel punto en el que sol y tierra eran uno, en el que amanecer y atardecer se intercambiaban los papeles, y la noche que nos perseguía a nuestras espaldas daba un nuevo día. Perseguíamos la utopía del horizonte, de lo infinito, de lo lejano e inalcanzable. Nuestros pasos rasgaban el aire, mientras surcaban, veloces, la ciudad.
Durante toda aquella noche seguimos corriendo, siendo siempre atardecer. Sólo cuando, horas más tarde, observamos las primeras luces del alba sin habernos sumido en una previa oscuridad, nos detuvimos, exahustas.
La mujer comenzó a tocar el violín (aún hoy no se de dónde lo sacó, quizá, sencillamente, lo dibujo en su imaginación y decidió compartirlo conmigo... ), y, bajo aquella melodía, aquella calma, nos quedamos dormidas.

Yo con el recuerdo de mi fotografía, y ella con su violín imaginado...





1 comentario:

  1. Es una foto increíble.
    El sol, en su decline,y la luna,ambos reinando en el firmamento...
    Pero más increíble es la foto que quedó grabada en tu retina, que esperaba ser capturada por un objetivo mayor que el de una cámara de fotos...
    El ojo de una humana. Tu ojo.
    Y por lo tanto, el momento fue tuyo. Se hizo tan sólo para tí. Para que lo sintieras en tu propia piel.

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