Caminaba por una carretera, lejos, sola. Con las luces del atardecer iluminando los recuerdos de la primavera ya marchitos. El alcohol y el humo de las noches pasadas aun corrian por las venas, con sabor a rock and roll. Pero cada paso era un mundo y cada mundo era un trozo de otra realidad que se fue de viaje al infinito. Los deseos se le escapaban entre los dedos de las manos.
- Corre, joder, corre. ¿No ves que a ti tambien te persigue? Tu tampoco puedes escapar.
- No quiero escapar. Quiero dejarme llevar en el tiempo.
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